viernes, 3 de abril de 2015

Un disfraz equivocado, de Fernando Pessoa. Nórdica


Éste es uno de los libros más bonitos que he leído en mucho tiempo. 
La editorial Nórdica ha recogido una selección de los poemas escritos por Fernando Pessoa. Y también poemas de Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos..., que fueron todos el propio Fernando Pessoa. En la expresión de Antonio Tabucchi, "un baúl lleno de gente".




Los poemas que el libro recoge se centran sobre todo en el tema de la identidad, el haber llevado puesta una máscara, "un disfraz equivocado", y la confusión respecto a seguir llevándola o deshacerse de ella. Cuando nos miramos en un espejo, ¿a quién miramos? El poeta, dice Pessoa, es un fingidor. Pessoa, según dijo Robert Hass, inventó poetas enteros. Incluso hizo que Álvaro de Campos le escribiera cartas a su único amor, Ofélia, avisándole de que Fernando Pessoa no era de fiar. En estos poemas asistimos a ese desdoblamiento y confusión sobre el sí mismo.

Sin embargo, aunque quien escribe no sepa nada sobre sí mismo, siente el impulso de querer ser enteramente uno mismo. Me encanta este poema firmado por Ricardo Reis:


Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres ni excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Así en cada lago la luna toda
brilla, pues alta vive.




Álvaro de Campos escribe:


No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.


Hay que leer este libro. Tenerlo al lado de la cama, leerlo por la calle, volverlo a releer de vez en cuando, pensar en él, pensar en nuestro Fernando P., que en todas las fotos parece que va apresurado, intentando esquivar algo o a alguien.




Las imágenes que ilustran el libro son de Adolfo Serra, y cada una de ellas es una pausa muy bien puesta en la lectura.


jueves, 4 de diciembre de 2014

El cielo es azul, la tierra blanca, de Hiromi Kawakami. Acantilado


Nuestro club de lectura de noviembre comentaba la novela El cielo es azul, la tierra blanca de la japonesa Hiromi Kawakami. Hacía tiempo que no elegíamos un libro que tuviera tanto éxito entre los lectores del club. La editorial Acantilado lleva ya 13 ediciones de este título, que ha sido casi un bestseller en España, y un bestseller rotundo en Japón. 




Quiero destacar algunas cosas de este maravilloso libro:

1. La sensación de paz que transmite. 

Puede parecer un tópico, tratándose de una novela japonesa. Pero no recuerdo otro libro que me haya empujado a seguir leyendo sólo porque me gustaría "vivir en ese libro". Y eso que la historia que cuenta no es necesariamente alegre. Quiero decir que me gustaría ir a diario a esa taberna, sentarme e intercambiar algunas palabras con una persona desconocida, beber sake y comer algo. Y esto no sólo me ha pasado a mí, que soy una apasionada de la cultura y la gastronomía japonesa. Varios miembros del club destacaron la belleza, serenidad y paz que les transmitió leer esta novela. Creo que en parte esta sensación se debe a la descripción detallista de los gestos. 

"El maestro sacó una bolsa de plástico del maletín, introdujo el hongo en el interior con delicadeza e hizo un nudo en la punta. "

Y al mismo tiempo,

2. La presencia de los paisajes y las estaciones.

Literalmente la descripción paisajística se funde con las vivencias del personaje protagonista. (Nuestro compañero Pablo habló de esta "armonía entre personajes y paisajes").

"Yo prefiero los días próximos al solsticio de invierno, cuando la oscuridad persigue la luz diurna y le gana la carrera. Si sé de antemano que pronto oscurecerá, la melancolía del crepúsculo no me afecta tanto. Esta época en que los días empiezan a alargarse y nunca acaba de oscurecer del todo me saca de quicio. Cuando me doy cuenta de que es noche cerrada, la soledad me invade."

El texto está lleno de alusiones a la naturaleza, y algunos extractos me parecen demasiado bonitos como para no ponerlos aquí:

"Entre las copas de los árboles se vislumbraban pequeñas manchas azules. El follaje parecía una red extendida a lo largo del cielo."

Otro aspecto muy destacado fue 

3. La soledad de los personajes.

Aunque la protagonista se queje de su soledad en algunos momentos, el libro transmite cierta idea de que es una soledad aceptada o incluso elegida. Y no es obligatoriamente un sentimiento negativo, ni tampoco es una condición física, sino más bien una sensación de vacío.

"...nunca había considerado a los demás personas de carne y hueso. No había caído en la cuenta de que cada uno de ellos tenía su propia vida, llena de altibajos como la mía."

Diría que la soledad en que vive el maestro es parte de su halo de sabiduría. La diferencia de edad entre los dos protagonistas no sólo narra una historia de amor diferente, poco habitual en la ficción, sino que emociona porque habla del paso del tiempo y, en fin, de la vida. Pero aunque suene serio, todo esto sucede en una novela con un peculiar sentido del humor. Los personajes Toru y Satoru, la seta de la risa...

Es increíble que con trazos tan mínimos Kawakami haya escrito un libro que habla de tantas y tantas cosas. No acabaríamos de hablar de este libro nunca y, sin embargo, para mí sigue siendo un misterio.


Spam: Aprovecho para recordar que el próximo Miércoles 17 de Noviembre estaremos hablando sobre Los papeles de Aspern de Henry James en nuestro club de lectura Salón de Libros Perdidos. 19.30h, en Casa del Libro del Paseo Ruzafa, 11. 




lunes, 3 de noviembre de 2014

Cómo aprendí a leer, de Agnès Desarthe. Periférica


Agnès Desarthe es una niña brillante, pero no soporta leer. Su problema no es la lectura, sino los libros. Los que eligen los profesores de su colegio tienen títulos, personajes y tramas incomprensibles. ¿Qué clase de niños se llaman Daniel o Valeria? Niños irreales que pretenden pasar por reales. Y eso le molesta profundamente. Fuera de los libros, las cosas no resultan más comprensibles. ¿A qué se debe el uso del violeta en el pelo de las señoras mayores? ¿Por qué utilizar el pasado “quería fresas”, cuando las fresas están ahí, delante de nosotros en el escaparate? 


“La vida diaria me parece salpicada de absurdos invisibles a los ojos ajenos.”




Pero hay otros absurdos que le fascinan, casi mágicos. Uno es la palabra retruécano, que parece el nombre de una aldea perdida. “Una mezcla de “trueque” y de “repámpano”.” Adora también los juegos de palabras. Y comienza a escribir, hasta que un día su padre lee su prosa en voz alta y declara: “Coño, esto es Marguerite Duras.” Agnès no ha oído hablar antes de esta señora, pero intuye que debe ser alguien importante. La comparación con esta señora le hace sentir importante.


A lo largo de sus años escolares, aparecen algunos títulos “milagro”, que consiguen entrar en la biblioteca secreta de Agnès: algunos libros de Goscinny, Rimbaud, Apollinaire, Baudelaire, Vian…, y sobre todo Jacques Prévert. Detesta leer, pero con Prévert siente que, todo lo que ella piensa, él lo escribe. Virginia Woolf lo llamaría el lector cómplice. Gracias a su padre, descubre la novela negra, que se lee casi sin darse cuenta. Aunque a ella le suceda lo mismo que a mí y seguramente a muchos lectores: olvidamos las tramas, pero retenemos el ambiente, los coches, las melenas rubias de las femmes fatales, los trajes de los detectives, el argot… Chandler, Hammett, Himes, Simenon… Y también la ciencia-ficción le engancha. Odia a Madame Bovary, pero en secreto ha descubierto que ama los Tres cuentos de Flaubert.


Siete años más tarde, se produce el reencuentro con Marguerite Duras, con el libro El arrebato de Lol V. Stein. El misterioso título le cautiva. Y después lee el libro. “El asombro sigue vivo. El libro me corta el aliento. Nunca he visto nada parecido. (…) Esta novela no tiene edad, es la novela de un niño, de un adolescente, de un viejo. Como siempre que me gusta un libro, no tengo ni idea de lo que cuenta.” A continuación devora todos los libros de Duras. Y la ve en televisión en el programa Apostrophe. Es una mujer que no es como las demás mujeres.






Pero como cualquier adolescente, pronto olvida a su heroína y la reemplaza por otros. Albert Camus, William Faulkner, los rusos. Todos ellos van pasando por su “biblioteca secreta”. Pero al descubrir los libros de Isaac Bashevis Singer, se produce la curación total. Su identificación es inmediata y profunda, y nuestra pequeña, ya mayor, se convierte en lectora compulsiva. Años más tarde, también en traductora y escritora, especialmente de libros infantiles. Esta aventura la edita la maravillosa editorial Periférica





Creo que todos los lectores más o menos compulsivos tenemos una historia parecida a ésta. Para todos los lectores, éste puede ser un libro muy emocional. Recuerdo que mi primer libro favorito fue (además de El pequeño Nicolás) El saltamontes verde de Ana María Matute. No he vuelto a leer ningún libro de ella, pero esa portada todavía me remueve cosas por dentro. El libro de Agnès Desarthe me ha hecho recordar esto.


Spam: Aprovecho para recordar que el próximo Miércoles 19 de Noviembre estaremos hablando sobre El cielo es azul, la tierra blanca de Hiromi Kawakami en nuestro club de lectura Salón de Libros Perdidos. 19.30h, en Casa del Libro del Paseo Ruzafa, 11. En nuestro club buscamos cosas nuevas en los libros que elegimos, como Agnès D. La novela de Hiromi K. es la bomba, y estáis todos invitados.