miércoles, 24 de septiembre de 2014

La chica de ojos verdes, de Edna O'Brien. Errata Naturae



La chica de ojos verdes es la continuación de Las chicas de campo, de Edna O’Brien, pero puede leerse de manera independiente. Yo ni sabía de la relación entre los dos libros y por ahora sólo he leído esta The Lonely Girl (más tarde publicada como Girl with green eyes), pero la he disfrutado mucho. La historia hace muchas referencias al pasado de las dos amigas, Caithleen y Baba, y gracias a eso la trama se te hace real y tierna. Aún así, me quedo con ganas de tener entre mis manos Las chicas de campo, porque hacía tiempo que no leía una novela tan agradable, aparentemente sencilla, pero sólo porque tiene un estilo fluido y ameno, con sentido del humor y ácida inteligencia. 





Edna O’Brien escribió en 1962 este libro ambientado en su Irlanda natal, y al parecer hay puntos en común con su propia autobiografía. La novela cuenta un momento vital de Caithleen una joven soñadora e ingenua que proviene del ámbito rural y que intenta buscar su lugar en la ciudad (Dublín), mientras se adentra en la edad adulta. Pero del campo se ha traído en la maleta miedos, inseguridades y el peso de las convenciones sociales. Aunque ella y su amiga Baba pueden parecer chicas modernas, no son libres de estas ataduras. 
 

La novela narra el “aprendizaje” de Caithleen, aunque se tenga que dar unos cuantos batacazos. La sociedad machista, católica e hipócrita en la que vive no le permite experimentar por sí misma, y esto es precisamente lo que va a poder hacer en el transcurso de la novela. Eugene, un señor elegante, mucho mayor que ella y…, divorciado, es el elemento de misterio. No desvelaré cómo acaba la historia, pues ahí radica parte de la motivación por seguir leyendo, pero lo más importante, desde mi punto de vista, es que gracias a esta relación (o por su culpa) Caithleen se va haciendo mayor. La casa de Eugene, que es un mundo cerrado y autosuficiente, es la puerta de entrada a un mundo nuevo para esta chica de ojos verdes. 

“- Todos nos abandonamos en algún momento. Morimos, cambiamos (sobre todo esto último), dejamos de sentir afinidad con nuestros mejores amigos; pero, aunque te abandone algún día, te habré transmitido una parte de mí, serás una persona distinta por el hecho de haberme conocido; es inexorable… - me dijo.”
  
Las chicas de campo y La chica de ojos verdes están publicadas en la preciosa editorial Errata Naturae.